Return to site

ANTONIO

IMPROVISACIÓN DURACIONAL

Antonio es joven artista que posiblemente hayas visto en recientes manifestaciones llevando su cacerolazo directamente a los guardias y policías presentes en ellas. Sus aspectos performáticos se transmiten a su práctica de improvisación, aunque ha entrenado bajo grandes maestros de danza en la Universidad de Sagrado Corazón. Se comprometió a un proyecto de 10 años del cual conocerás más en la entrevista. Mientras busca algunas maestrías de danza, sacó un tiempo para hablarnos sobre la corrección, el cansancio y la interacción humana relacionada a su práctica. Si luego de la entrevista deseas ver su trabajo búscalo en Instagram @antoniopuntofinal.

Tienes un proyecto de improvisación directamente vinculado con los medios. Cuéntame sobre el.

Yo me propuse una consigna de improvisar en la calle por una hora semanal por una duración de diez años. De esas exploraciones he estado compartiendo parte en Instagram, aunque al momento la frecuencia es menos. Por falta de tiempo no he podido cumplir con la hora semanal. 

Al principio hice el compromiso pero me encontré improvisando exhausto, improvisando bien molesto o perdiendo tiempo que me confligía con otros deberes que tenía. Decidí que yo puedo hacer mi práctica como quiera aunque rompa mis instrucciones. He podido aceptar que tengo unas realidades económicas y sociales que me limitan. Porque el compromiso es improvisar una hora en la calle, pero eso incluye encontrar el espacio. A veces estoy 15 minutos, pero a veces estoy una hora. Me badtripeo porque a veces cojo un espacio malo por el ajoro y tengo una mala experiencia.

Las redes sociales las vincule directamente con mi práctica por la necesidad de tener una plataforma directamente en la que pudiera compartir mi trabajo. Me encontraba en situaciones donde sometía propuestas o personas me preguntaban sobre mi trabajo y yo no tenía nada que pudiese compartir. En realidad, mi trabajo es bien joven. Yo sentí la necesidad de documentarlo por mi cuenta porque son pocas las personas que hacen este trabajo. Empezó con el propósito de archivo, pero luego evolucionó a ser una manera de conectar con otras personas, generar preguntas y escuchar la retroalimentación de personas dentro y fuera de Puerto Rico.

¿Cuándo fue tu primera interacción con la improvisación?

Fue con Alejandra Martorell en la clase de improvisación, así de sencillo. Pero fue súper bueno porque es una figura importante en ese género en Puerto Rico. Después de eso me desconecté. No estaba interesado de entrada. Exploré coreografía, experimentación, performance, trabajo duracional. Fue con Nibia Pastrana en la clase de Actos Creativos que comencé con mi práctica. No es una clase sobre improvisación, pero sí es una clase sobre desarrollar artistas solistas. Fue en una forma de diálogo con un ejercicio que ella dió en clase. 

 

Ella nos dió una consigna de “haz algo” por 15 minutos. Era en pareja el ejercicio y trabajé con Giovanna Sosa. Empezamos el ejercicio teniendo una conversación. No estábamos bailando. Entendimos que la consigna era tan libre que eso se valía, pero parece que eso a la profesora le molestó y nos dijo que nos calláramos y que el tiempo que restaba los practicáramos en silencio. El hacer el ejercicio inadecuadamente fue lo que me llevó a pensar a las posibilidades de resistencia y continuar el diálogo con la consigna de hacer algo y cuestionando, ¿qué es hacer algo?

¿Te encuentras mucho con como el errar informa tu práctica?

No pienso tanto en el error porque no siempre estoy buscando un objetivo. En ese sentido no lo tomo como falla sino una puerta por donde me puedo meter. Recientemente he estado trabajando con una consigna relacionada, no necesariamente trabajar con el error, pero si con la corrección. Según estoy improvisando estoy corrigiendo mi coreografía. Si me gusta un movimiento me asigno repetirlo de manera más grande, o tal vez quiero explorarlo con otra cualidad. Me doy la oportunidad de corregir el error, que no es un error, pero es una lectura que luego me doy cuenta que no quiero que se lea de esa forma. Hago ediciones y las dejo ir. Tampoco me quedo encerrado en ello. Estoy más enfocado en como yo quiero que se lea el movimiento a como se lee, porque no siempre está esa sincronía. Hay muchos factores que pueden alterar como se lee el movimiento, incluyendo mi estado mental y emocional en ese momento, por lo cual aprovecho la corrección como manera de acercarme a la lectura que deseo.

¿Cuán consciente estás de tu estado mental y emocional durante estas prácticas en la calle?

Mucho. A veces más de lo que quisiera. Me pasa mucho que me dreno. Se acaba la hora y me quedo ahí en el espacio como una batata. Una de mis consignas es interactuar con las personas que están en la calle. No tan solo invadir un espacio público pero por invadir el espacio público afectar el tránsito de las personas. En ese tránsito provocar cuestionamiento, ¿qué estás haciendo? ¿estás bailando? 

Me han preguntado si estaba haciendo ácido, si estaba recaudando dinero. Muchas veces buscando esas interacciones o que la interacción sea mala me drena. Un intento de interacción se convierte en un desilusión. A eso añádele la explotaera en el sol y el sucio. Cuando voy con otras personas no me drena tanto. A eso me refiero a que alguien me acompaña a improvisar durante toda la hora. Me da otra información que no me da el vacío. Suena extraño que te diga el vacío de la calle, pero te digo vacío haciendo referencia a que nada está conmigo. Yo estoy imposicionándome en este espacio que no tiene la misma fórmula que yo estoy trayendo. Al contrario, si vengo con un grupo de cinco personas, ya eso es otra fórmula que va a tener el espacio.

¿Cuál es tu relación con la fatiga y cuál es tu relación con el placer?

Más que la fatiga, me gusta el placer y el deseo. Aunque no quieren decir lo mismo, son dos palabras que tengo presente. ¿Por qué yo deseo caminar hacia esa palma? ¿Por qué yo deseo treparme en la palma? En cuanto a la fatiga, se relaciona más a un sentido global. Pensándolo en la duración de los diez años. Yo empecé y no me fatigaba tanto improvisar por una hora en la calle. Es una fatiga más mental que física el saber que hice este compromiso y que lo tengo que hacer y que si no lo hago es un fracaso. He pensado mucho que eso puede ser parte del performance mismo, que no tengo que durar los diez años, puedo matar el bebé. 

Eso es un término que me gusta usarlo mucho. Nibia no los pasó en la clase de Actos Creativos de ‘The Choreographer’s Handbook’. Un libro conciso y bien bueno de muchas herramientas coreográficas como repetición, azar, y matar el bebé. Es donde aunque le tengas mucho cariño a una práctica o idea, puedes destruirlo. Eso también es una decisión coreográfica. Mi intención es que dure. Si dejé la presión de improvisar una hora por semana, pero si me gustaría durar los diez años. Quizás cuando me gradue y tenga más tiempo pueda retomar la consigna de una hora semanal. Mientras no, acepto mi realidad e improviso cuando pueda. A veces no puedo en tres semanas, pero improviso dos horas en una semana. 

¿Cómo funcionas con la desmotivación en tu práctica?

He estado pensando como puedo acercarme a la improvisación fuera de mi práctica porque he estado bien desanimado. Porque he estado pensando la improvisación sólo como mi práctica. Pero me di cuenta que algo que caracteriza lo que yo hago no es lo más pertinente dentro del evento. De momento, hace una semanas me di la libertad de acercarme a la improvisación de otra manera. Dejé de encerrarme en la limitación de una hora y comencé a retomar las posibilidades de moverme por 10 minutos en vez de una hora o de improvisar en otros espacios que no necesariamente fueran la calle. 

Mencióname un espacio o una de las improvisaciones que tienes documentadas más memorables.

Me gusta esto de tener todo en Instagram porque a veces no recuerdo o me doy la oportunidad de volver a visitar momentos.

De espacios memorables te diría la primera vez que improvisé con Noemí Segarra. Fue dentro de una escuela en Santurce, cerca a Cine Metro. Ese momento para mi fue bien memorable, primero porque era la primera vez con Noemí y también porque hubo una persona con la cual hice interacción y que se quedó por mucho tiempo. Era la primera vez que no le decía vete a alguien, porque al principio tenía la costumbre de interactuar con la gente pero tan pronto me cansaba me despedía de las personas. Y muchas veces me pasaba que las mismas personas me decían, “¿pero ya?”. Las mismas personas se querían quedar interactuando. Me puse a pensar porque mataba esa dinámica. Pero aquella vez con Noemí, la persona se quedó sobre veinte minutos grabando ya que tenía la consigna de darle mi teléfono a la persona para que grabaran, ya no lo hago. Esta persona se quedó aunque estaba tarde para un evento y tan pronto conectó con lo que estaba pasando no se fue. Ahora dejo que si las personas desean interactuar lo hagan a sus propios términos. 

Aparte de tú proyecto, ¿qué te encuentras explorando como bailarín?

Me interesa mucho la coreografía. Lo que mencioné de la corrección de la coreografía. Es una forma donde puedo retomar los aspectos coreográficos más dirigidos a la influencia de la danza contemporánea dentro de la improvisación. Al estar improvisando con el “score” de corregir la coreografía ya estoy poniendo de una forma explícita que hay una influencia de la danza. Aunque exploro tema de volver a trabajar con las influencias de danza contemporánea en la improvisación también he puesto énfasis en la improvisación de solo movimiento, no necesariamente pasos de baile. La improvisación y la danza contemporánea no son dos mundos aparte, están bastante conectados, pero por ahora los trabajo por separado para no sentirme obligado a hacer cosas técnicas y darme la libertad de explorar movimiento solamente. Puedo aplicar prácticas somáticas o copiar los gestos que está haciendo una persona en la calle y eso hace que se de cuenta de lo que estoy haciendo. Lo hago de la manera más seria posible para que la persona no sienta que me estoy burlando. Pero a su vez, me motiva mucho el retomar también conceptos de la danza contemporánea que se infusionan durante las exploraciones.